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Los errores de gobernar sin emociones económicas

“¿Qué opinas sobre la subida salarial? Y, ¿sobre la reducción de la jornada laboral? Me interesa mucho tu enfoque emocional” Últimamente, estas preguntas surgen en numerosas comidas y encuentros en mi mundo profesional y, a veces, me pregunto si se está teniendo en cuenta la visión de la Psicología Económica del Consumidor por parte de los distintos gobiernos que estamos teniendo en España.

Las crisis económicas de los últimos años, las pandemias y el cambio climático, han puesto en entredicho los beneficios promovidos por Milton Friedman sobre las economías de consumo. Como alternativa se plantea muchas veces volver a teorías de otro autor muy conocido como es Keynes. Pero ¿no estamos olvidando el papel de la psicología en las decisiones económicas?

George Katona, originario de Hungría fue considerado el fundador de la psicología económica. Sin embargo, es una figura mucho menos conocida que Friedman o Keynes. Doctorado en psicología experimental en Alemania fue profesor del claustro de la Universidad de Michigan y es conocido por introducir, por ejemplo, la dimensión psicológica de la inflación.

A diferencia de Keynes o Friedman, Katona asignaba distintas razones a por qué los consumidores gastamos. Mientras que estos dos autores, se inclinaban en el manejo de la “capacidad de comprar”, Katona insistía en que los cambios reales estaban centrados en la “voluntad de comprar”.

Obviamente la voluntad puede estar limitada por la capacidad del gasto. Y, probablemente, esta hipótesis es lo que sostiene el actual gobierno de España en estos momentos. Pero, para que la economía mejore, además de aumentar la capacidad de comprar, a través de medidas sociales como la subida del salario mínimo hay que tener en cuenta si los españoles estamos “en voluntad de comprar”.

Lo curioso es que en el momento en que Katona desarrolló su teoría, había unas circunstancias parecidas en cierta forma a las de ahora. O, ¿no hay miedo al mañana en estos momentos?

Y aquí, juega un papel fundamental, sin duda, el mundo de la psicología económica y del inconsciente colectivo. ¿Se ha analizado si el contexto emocional actual puede garantizar la efectividad de estas políticas?

Repasemos algunos aspectos que indican cómo ha arrancado el 2020 a nivel emocional:

  1. Pánico mundial por el Coronavirus. Dentro de la cadena causal de las emociones, el pánico es el estado más intenso e irracional y está relacionado con la emoción del “miedo” pudiendo producir respuestas tremendamente irracionales. Ejemplos recientes serían lo que ha pasado con el Mobile World Congress, la bajada de demanda en negocios regentados por empresarios chinos en ciudades europeas, la huída de Asia como destino turístico o el temor a realizar viajes en general.

  2. Incertidumbre económica motivada por distintos acontecimientos: Enfrentamiento entre países (Estados Unidos, Irán, China, etc), efectos del Brexit y por un primer gobierno de coalición en España. La incertidumbre es uno de los estados emocionales más destructivos que existen y está relacionada con la “desconfianza” que tantos movimientos produce en los mercados bursátiles.

  3. Sensación de injusticia ante el deterioro del planeta. La sensación de injusticia es otro de los estados emocionales más destructivos que existen y, en este caso, está asociado a instintos como el de supervivencia. No hay más que ver la cantidad de movilizaciones que se están produciendo en cuanto a este tema.

Por tanto, y ante este escenario, señores del gobierno, ¿están seguros de que habrá voluntad de comprar realizando medidas económicas clásicamente racionales? Imaginemos que:

La respuesta es que NO: La consecuencia sería que las medidas introducidas no mejorarían la situación económica. Un ejemplo, es lo que pasó en gobiernos anteriores con la devolución del IRPF, su impacto sobre el consumo y el crecimiento económico fue muy pequeño debido a que las familias, inquietas por la crisis y la fuerte subida del paro, decidieron reducir sus gastos y colocaron el ahorro en máximos históricos. La respuesta es que SÍ: ¿Estamos seguros de que el gasto en las condiciones actuales de miedo y concienciación social iría a las áreas productivas que generan riqueza económica en estos momentos?

Es muy difícil no errar en los cálculos, cualquiera puede equivocarse, al igual que lo hacemos los padres en las familias al intentar hacer lo que consideramos correcto. Pero, en mi opinión, las políticas económicas de cualquier gobierno deberían tener presente el papel que juegan las emociones. ¿No creéis?

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