He viajado a Estados Unidos con el objeto de realizar una investigación sobre Experiencias en el punto de venta. Se trata de hacer un ejercicio de análisis de lo que se conoce como Shopping Experience.
Haciendo una visita al Soho de Nueva York, he encontrado un ejemplo del entretenimiento llevado al punto de venta (retail entertainment). La marca es Hollister, ropa inspirada en el estilo del sur de California con un toque playero. Nada más entrar ya te ponen en situación: oscuridad y música como si de un “night club” se tratara, la cual puedes escuchar a través de su web. Además de trabajar la estética de la tienda consiguiendo un efecto espectacular en cuanto a dimensiones, consiguen trasladarte al Pacífico a través de pantallas espectaculares a modo de ventanas que emiten imágenes de playas y actividades relacionadas con el deporte acuático. Esta vez y en contra de la experiencia que comenté en el anterior post acerca de las experiencias basadas en pantallas publicitarias, se conseguía un efecto que funcionaba a la perfección para crear el elemento diferencial en la tienda. Por otra parte, los empleados también formaban parte de la experiencia e iban vestidos de playa con bañador y bikinis.
Evidentemente la primera consecuencia de diferenciarse a través de llevar el entretenimiento al punto de venta es que se consigue tráfico de público. La cuestión es conseguir que la experiencia se materialice en más ventas ó en poder cobrar por la misma.
