“¿En base a qué los Millennials contratan con un mediador de seguros o eligen su primer banco?”. Probablemente siguen los consejos de sus padres, amigos o familiares y es que su componente “humano” es similar al de cualquier otra generación.
Ésto es lo que contestaba hace unos días rompiendo el mito de un colectivo que describía al Millennial como alguien “hiperconectado” que sólo podía ser atacado comercialmente vía las nuevas tecnologías y que me preguntaba mi opinión personal.
Como decía en mi anterior post :¿podría ser que estuviésemos prediciendo mal en cuanto a quiénes nos debemos dirigir? ¿no estaremos siendo demasiado sensacionalistas con respecto al futuro inmediato de la tecnología?
Decíamos que los Millennials, son aquellas personas nacidas entre 1981 y 1995 y que según los últimos estudios recientes, quieren información periódica de sus gerentes y anhelan mentores porque eso es precisamente lo que han recibido de sus padres (“los boomers”). En su mayor parte, a la generación del milenio no les gusta esperar y trabajan cuando quieren trabajar. En mi opinión, son una generación “pseudohippie” en el siglo XXI.
Esta descripción, ya per sé, pone de manifiesto algo contradictorio con lo que se va diciendo por ahí, porque:
No deciden únicamente en base a su “hiperconexión tecnológica”.
Si van a ser la fuerza laboral del futuro y depende en parte de sus desarrollos el avance de la tecnología, el que tengan un espíritu “hippie” del trabajo puede que no sea tan productivo y por tanto, puede que este hecho incida en la ralentización de los avances tecnológicos.
Por otra parte, “los boomers”, el otro gran grueso poblacional (nacidos de 1956 a 1964), estará en una situación opuesta en parte por motivos biológicos. Y es que es una realidad, a medida que cumplimos años nuestro cerebro ya no funciona como antes.
La corteza prefrontal de las personas que es sumamente importante para funciones cognitivas superiores como la planificación y la toma de decisiones y que juega un papel clave en el comportamiento social, la empatía y la interacción con otros individuos, se deteriora a partir de los 60 años. Esta es la razón por la que a medida que envejecemos nos hacemos más rígidos y menos propensos a los cambios y a las novedades.
Por ponerte un ejemplo, querido lector, mi padre incluso llega a comprarse siempre la misma marca de móvil cada vez que se ve en la obligación de cambiarlo. La razón es que él entiende que así “el esfuerzo” de pasar de uno a otro es menor. Y ésto vuelve a poner en “entredicho” las predicciones a futuro que tanto están sonando últimamente, porque: “La mayor parte de la población tendrá una edad no proactiva a cambios ni a aprender nuevas “tecnologías””.
Pero, todavía quedan cuestiones encima de la mesa, como ¿son los jóvenes más proclives a hacerse fans de algo? En el siguiente post hablaré de la fascinación en base a la edad.
¡Hasta pronto!
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