“Me han enviado un emoticono” o “me acabo de descargar una aplicación extra de símbolos para whatsapp”. Conversaciones como ésta no nos son desconocidas.
Como ya todos sabemos el smiley (del inglés to smile, ‘sonreír’), es una representación esquemática de una cara sonriente, normalmente de color amarillo, con dos puntos negros a modo de ojos y medio círculo a modo de sonrisa. A veces se usa «smiley» como sinónimo de emoticono, si bien no lo es (no todos los emoticonos son smileys).
Lo curioso es el origen, dicen que en 1963 la State Mutual Life Insurantes en Worcester, Massachusetts (una empresa de seguros), adquirió la Guarantee Mutual Company de Ohio. Esta fusión generó depresión entre los empleados por los temores de despidos y reestructuras inevitables. La Dirección de la nueva empresa decidió entonces hacer una campaña interna de marketing creando la campaña de amistad. Ésta conllevaba un nuevo manual del empleado y reglas entre las que se incluía la orden de sonreír en horas de trabajo, cuando se hablaba por teléfono, se recibían clientes, etc.
Dicen que a Harvey Ball le llevó unos diez minutos la creación del hoy famoso rostro sonriente, cobrando sólo US$ 45. El dibujo fue popularizado a principios de los años 70 por un par de hermanos, Murray y Bernard, quienes al no estar asociados con ninguna empresa, lo aprovecharon en una campaña para vender artículos. Ambos produjeron botones así como tazones de café, camisetas, pegatinas de parachoques y muchos otros artículos decorados con el símbolo y la leyenda «que tengas un buen día» (Have a nice day), ideada por Murray. En 1972 se estimaba que había unos 50 millones de botones con el “smiley” por todo Estados Unidos. Este símbolo ha representado a distintos movimientos a lo largo de la historia y hoy está más de moda que nunca a través de las redes sociales.
Como decíamos en otros post lo que no falta entre los principales movimientos generadores de “fans”, es un elemento que los representa: un “escudo”, “anagrama” o “símbolo”. Somos “animales simbolizantes”.La adopción de símbolos, al igual que la creación de mitos y rituales, es fundamental para crear “fans”, sin despreciar a los otros procesos que llevados a cabo de forma estratégica los generan (ABC de la FANScination).
